domingo, 29 de marzo de 2009

¿Ven,lo ven ahí al nenito jugando con sus sueños,tan tranquilo al lado del verde del mar,el azul de la callecita que cruza por detrás,se desliza debajo de sus pies,el rojo de la pelota que pica y pica hasta perderse como un disco naranja comido por el infinito?
¿Sí?.¿Lo descubren entre universos que comprenden mayores colores que los que los que comprendemos como absolutos?.
La linealidad de las circunstancias le dan un toque mágico,casi familiar,
minúscula presencia del ser que se hamaca sobre sí misma,sobre su existencia y se deja mecer,comprender,maravillar.
Tenemos una realidad,hay que jugarla,desmenuzarla,colorearla y recomponer.
Simple,práctico.
Tenemos un uno,de ese uno otro uno que juega a determinarse como mayúsculo y entonces hay una reberverancia.
Un juego de espejos.
Magia.
Todo acá en el uno.
El uno en cada detallecito.
Esta piedra que sostengo tan preciosa entre mis dedos,tiene la información de la galaxia contenida en su color,expresada en surcos y sus sombras.
Véanse en sus facetas,
véanse en ese niño que lanza qué carcajadas por Dios!,las carcajadas más encantadoras.
Limpias,llenas de amor.El aire que le entra y se le escapa,que le cuenta cuentos al oido.
Empezó a llover.Vámonos a casa,a ese cuento.
El niño da vueltas carneros.
De golpe el sol ya se recuesta en el fondo de las profundidades violetas y le calienta la panza.
De golpe,los pies tocan la tierra nuevamente fresca.
El blanco del hilo serpenteante le dibuja una sonrisa.
Se va a casa con el día en la sangre.
Andar y andar,andar.
La noche juega a pardas escondidas pero el niño no la busca
se retrasa en el calmo atardecer
en el amarillo que sube y baja
y sube y ya no baja
ahora hay negro.
Ahora sí llegó la noche y la puerta del árbol se abre
él entra,el naranja hace unas bolitas de fuego,aislando...
Nunca dejó de estar en casa.

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